Tal como aparece en la web de la empresa, Don Valero Ferraz emigró desde España en 1925 trayendo consigo la esperanza de un porvenir venturoso además de sus recetas de artesano con pasión por el chocolate. Pasó de vender en su casa a registrar la marca Chocolate Colonial, incorporarmaquinaria y comenzar a producir. A mediados de 1947 se trasladaron al barrio porteño de Versailles, donde incorporaron nuevo personal y actualizaron la maquinaria, lo que trajo aparejado mejoras en distintos aspecto. En 2001 se creó la División de Chocolates Personalizados y el primer sitio web. En 2007 adquirieron la actual planta de 2000m2 y a partir de 2011 ampliaron su mercado con la elaboración de productos libre de gluten.
En cuanto a su aporte como 3° generación, Fernando cuenta que pretenden hacer evolucionar la gestión sumando productos intermedios y terminados, valiéndose de procesos renovados. Si bien cuenta que “no es fácil”, también vienen trabajando la posibilidad de expandirse al exterior.
En cuanto al estudio de la competencia, sostiene: “Utilizamos la simple percepción de datos propios del mercado, como cantidad de kilos producidos, proporción de participación en los clientes que compartimos y básicamente la evolución de esa participación”. En tanto, para atraer a los clientes disponen de un equipo de ventas simple y enfocado en simplificar oferta y atención: “Entendemos que la mejor carta de presentación es la real solución de los problemas que se les presentan a nuestros clientes en sus fase de fabricación posterior a la compra, a la mejor relación solución-costo”. Vale recordar que la firma vende, en su mayoría, chocolate para otras industrias.
Otro secreto de Chocolate Colonial es tratar de innovar y ocupar espacios que sus colegas dejan libre o no ven. En lo que respecta a sortear la estacionalidad de su producto, generan, incluso reinventan, productos para industrias y mercados complementarios en lo que hace a los picos temporales de cada uno de ellos.
Actualmente la empresa emplea a 45 personas y produce aproximadamente 2200 toneladas de chocolate en un año. Llegó un momento en que pensaron que sería necesario acudir a la ayuda de Banco Santander Río (BSR). “Frente a procesos expansivos, tanto en la parte productiva como en la de ejecución comercial, donde es siempre necesario combustible (capital) para motorizar un nuevo proyecto”, cuenta Ferraz. La firma trabaja con la Sucursal 015, Liniers.
¿Qué significó contar con este apoyo? “En términos financieros, concreción de ideas y sueños. En términos personales, la sensación de empatía que todo emprendedor necesita para prosperar en su evolución”, define el presidente de Chocolate Colonial. Luego agrega que el crecimiento de la Pyme a partir de este apoyo fue “progresivo, dependiente en 100% de tal apoyo; excluyente la relación entre ambas evoluciones”.
En primera persona
BSR- ¿Siempre se soñó empresario? ¿Lo recuerda como un punto de inflexión en su vida?
FF- No, pero claramente hubo una inflexión, evidenciada en el concepto de aportar día a día en algo propio y de todos los días. Nadie saca de su posición lo que ayer pusiste en ella cuando está bien estructurado. De ahí a la evolución constante es solo un camino de autodeterminación.
BSR- ¿Frase favorita?
FF- Haz un esfuerzo un poquito mayor al que estabas dispuesto a hacer hasta hace 5 minutos.
BSR- ¿Cómo equilibra su vida personal y laboral?
FF- Estableciendo conceptos y cuestiones prioritarias para cada momento, para cada circunstancia.
BSR- ¿Qué red social utiliza con mayor frecuencia?
FF- Twitter, casi exclusivamente.
BSR- ¿Qué ventajas y desventajas encuentra en trabajar en una empresa familiar?
FF- Como ventaja, el objetivo común, signado, justamente, por el bien común. Un concepto difícil de visualizar hoy día. Como desventaja, el exceso de compromiso y la sensación de que la empresa lo es todo va en detrimento de la tranquilidad requerida para evolucionar en el aspecto personal también.
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