De joven profesional a influencer empresarial

Si hay algo que tenemos en común los que formamos parte de la generación Y es la facilidad que tenemos para contar nuestras vidas –o, al menos, una parte de ellas– en las redes sociales. ¿Cómo usar esto para construir nuestra imagen profesional?

Si hacemos el ejercicio de pensar cuándo fue la última vez que subimos una story o una foto a nuestro feed de Instagram, lo más seguro es que haya sido dentro de esta semana.

Mientras otras generaciones ven un posible egocentrismo, nosotros vemos una oportunidad de negocio, y es que hoy la palabra “éxito” se asocia a la de “influencer”. Y si, en la era de Instagram, la imagen es la clave para pasar de ser simples buscadores de oportunidades a personajes empresariales. 

¿Cómo? Con tres momentos claves:

  1. Ser: sí, tan simple como delimitar quiénes somos, y es uno de los pilares más difíciles de trabajar a la hora de pensar la visión y la estrategia del negocio. En el momento en que tenemos pensado salir a vender nuestra idea e imagen de la empresa debemos tener claro qué es lo que queremos transmitir, es decir, si somos innovadores, modernos y apuntamos a un desarrollo sostenible o si buscamos resaltar ciertos valores o ideas de consumo; quizás estamos abocados a un público en particular, de ciertas edades, género o gustos o nos orientamos a una provincia o país en particular. En conclusión, el ser es aquello que nos define en un primer lugar y desde donde vamos a construir la idea de negocio que vamos a mostrarle al mundo. Para que nuestros públicos entiendan qué queremos venderles y por qué, primero tenemos que tener esa idea clara de las puertas para adentro.

  2. Parecer: en segundo lugar, está aquello que las personas piensan de nosotros o de nuestro negocio y, muchas veces, puede no coincidir con aquello que nosotros pensamos que somos o que delimitamos ser. En este caso, el primer error que cometimos es, justamente, en aquello en que creemos ser los mejores: la comunicación. El ser y el parecer deben ir siempre de la mano. Si el público ve nuestro producto de una forma diferente a la que nosotros buscamos, entonces o no comprarán, o peor, alguna de las dos partes terminará decepcionada.

  3. Aparecer: la tercera instancia puede –o debe– solucionar ese problema de comunicación que nombramos antes. Sabemos que estar en los medios y en las redes sociales nos ayuda a mostrarnos, pero, primero, debemos saber en qué redes y en qué medios. Cada diario, revista o programa de televisión tiene sus secciones, periodistas y estilos; allí está uno de los trabajos más intensos que debemos hacer a la hora de aparecer: investigar en profundidad dónde queremos estar, por qué, y si se asemeja a nuestro ser. Dónde aparecemos será clave para que el público nos entienda, sepa buscarnos y tenga claro cómo encontrarnos.

Supimos entender que la imagen es todo a la hora de mostrarnos al mundo, de vender una idea o de buscar posibles contactos que nos puedan financiar. Para pasar de ser aquellos millennials con una idea en la cabeza, a formar parte de ese círculo rojo de influencers empresariales, hay que comenzar por plantearse los cómo, por qué y dónde.

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POR: Sofía Quilici 

Sofía Quilici es periodista (TEA) y Lic. en ciencias de la Comunicación (UADE). Profesionalmente se desempeña en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el área de Comunicación Interna y como Consultora en Comunicación Corporativa e Institucional en Binden Group, es redactora freelance en el diario Cronista Comercial y asesora a emprendimientos, pymes y empresas sobre comunicación y políticas de género.

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